12 junio 2023

Experiencias apícolas


Nadie se llame colmenero si no lleva sus abejas al romero.


Este es un mundo, el de la apicultura, donde nunca dejas de aprender.

Desde el año 2016 que pusimos unas colmenas en los pinos de Villamayor hasta la actualidad, muchos han sido los avatares, éxitos y fracasos por los que hemos pasado.

El primer error de cálculo fue creer que cualquier sitio en el monte es bueno para las abejas. Como el ayuntamiento de Villamayor me dejó una parcela de 44 Hectáreas y ese año fue bueno para el tomillo, creí que allí tendrían un buen acomodo.

Pronto me di cuenta de mi falta de previsión. La floración del tomillo dura, como mucho, el mes de abril y luego ya no quedan flores por el monte.

Por otro lado la zona es secano secano. No  hay ni un mal curso de agua en el que las abejas puedan saciar su sed en verano. Durante unos años no me quedó más remedio que realizar yo mismo los aportes de agua.

Cada año ha hecho más calor en verano con lo que la subsistencia de las abejas quedaba seriamente comprometida.

Si a todo lo anterior le añadimos el tema de los robos, la ecuación no puede resultar más imperfecta. Hace dos años se llevaron un estanque de 500 litros, un depósito de 1000 litros y toda la tubería de la instalación del riego más un cable de 50 metros. Os digo de verdad, que este hecho ha sido, con diferencia, el que más me ha desanimado.

A lo largo de estos años he podido observar el comportamiento de las abejas y -naturalmente- también he tenido que sufrir unos cuantos picotazos.

Las abejas, como todos los animales, defienden a ultranza su cría y cuando la tocas se quedan con tu cara.

En más de una ocasión nos hemos tenido que refugiar debajo de algún pino para escapar del furibundo ataque de alguna colonia en el que habíamos realizado una intervención chapucera.

Por otra parte cuando tienen asegurada la comida y cuentan con un punto de agua cercano, su comportamiento se vuelve mucho más calmado.

Los enjambres del año son los más tranquilos si no los trajinas mucho. Trabajan para proveer a la colonia de alimento y poder, de esta manera, alimentar a las crías.

En la actualidad hemos tenido que bajar las colmenas al regadío. Allí tienen asegurado el alimento y cuentan con una reserva hídrica para los días más calurosos del verano.

Por el momento la cosa va bien pero hay que mantener la alerta permanente porque la varroa y otros ácaros siempre están por ahí amenazantes.  

Seguiremos contando experiencias apícolas...

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